"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él. Un escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio."
A pesar de que no soy un lector empedernido, la he leído dos veces seguidas y, todavía la tengo en mi mesilla (desde que ya no tengo el tablet PC para relajarme, antes de dormir...), para deleitarme con esta prosa perfecta.
Como obra completa, a mi juicio, es algo ambiciosa en una trama demasiado compleja; pero cada página, cada párrafo, está escrito con un dominio de la prosa narrativa que me recuerda, salvando las distancias, a García Márquez.
Creo que, cualquiera de sus fragmentos, puede dar origen a riquísimos comentarios de texto. Al igual que ocurre, también salvando más distancias aún, con la obra de Cela.